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viernes, 7 de agosto de 2009

RECUERDOS PARA EL ESTUDIO



RECUERDOS PARA EL ESTUDIO
(EB-julio 25 de 2009)





Recuerdo que no tuve una infancia común, pues mi mundo no era de fantasía. Era un mundo normal donde disfruté de mis padres y hermanos juntos. Una familia donde la dedicación de nuestros padres, fue más importante que excesos materiales. Entre sus costumbres nos compraban ropa “de pies a cabeza” en Fiestas Patrias, navidad y el día del cumpleaños de cada hijo. Había una ropa especial que le llamaba “chachá” y era para cuando salíamos a la calle, generalmente de visita a algún familiar o persona amiga de la familia. Tampoco era usual darnos dinero o “propinas”, y estábamos impedidos de llamar “tío” a quien de sangre no lo fuera, con el fin de no aceptar dinero de personas extrañas, incluyendo también a nuestros tíos directos y reales. Tampoco teníamos necesidad de ello, nuestro padre que era el que trabajaba en nombre de la familia se abastecía para todas nuestras obligaciones económicas: alimentación, vivienda, movilidad, colegio, universidad, otros compromisos según fuera el caso de cada uno de los hijos.

En casa disfrutábamos de lecturas. Papá era un comprador y lector de diarios, revistas y libros. Se leía el diario “La Prensa” (ya desaparecido), “El Comercio”, “Life”, “Billiken”, “Selecciones”, “Peneca”, etc. y el aporte cultural que recibimos dice de las continuas informaciones que no sólo llegaban a casa, sino que mi padre las guardaba. Disfrutábamos también de un receptor de radio “Phillips” que aparte de ser muy bueno, era una marca que mantuvo reputación durante muchísimos años en nuestro medio. Aprovechando que papá salía a trabajar y regresaba pasada las 4 de la tarde, mis travesuras consistía entonces en buscar nido de arañas a los que les introducía un palito, para sacar con crías y todo, guardándolos en cajas de fósforos en donde se encontraban con otros bichos (alacranes) y disfrutaba sabiendo que se destruirían entre ellos. Siempre le he tenido temor a las arañas, tanto como a las cucarachas, avispas y abejas en igual grado. Son bichos que agreden y siempre ocasionan problemas de salud nefastos. Con los años cuando llegó la televisión estábamos todos frente a la pantalla para enterarnos de las noticias y algún programa por allí, que entonces no llegaba a la vulgaridad y huachafería, de lo que la televisión nos ofrece hoy.

También usando una bicicleta me dirigía hacia los riachuelos que pasaban por la hoy ciudad universitaria de San Marcos para traer pececillos y ponerlos en una hermosa pecera. Cosa que nunca sucedió, porque mi padre no gustaba de esos animales en casa. Nunca le pregunté cuál era la razón, pero intuyo que no era de tipo supersticioso. En julio era obligado buscar en las huacas de Pueblo Libre (Mateo Salado), la caña para fabricar cometas. En las vacaciones de medio año, el cielo de Lima se llenaba de cometas multicolores y había todo un lenguaje codificado para hacer volar tu propia cometa. Era un niño camino a ser adolescente y muchos juegos se estilaban entre nosotros: mundo, palitroque, lata quemada, ampay, bata, lingo, bolitas, chelis, ping pong, la pega,las estatuas, bolero, run run, hulahula, y otros…sumado a los patines y la bicicleta que fue moda hasta cuando llegaron otro medios para correr como locos.

Tendría 8 años cuando un día decidí acercarme a la Orden Jesuita de mi parroquia y actuar de monaguillo o acólito como llaman otros. Eso me introdujo en un medio de respeto y amistad con otros niños que como yo, buscábamos en lo espiritual, un mundo correlativo con el que disfrutábamos en casa. Con el tiempo formé parte de grupos parroquiales, hasta que un día decidí ingresar a la Orden Franciscana y realicé un viaje hasta el distrito de Tiabaya en Arequipa, donde se ubicada el entonces recién terminado edificio del Seminario (Seráfico) de los religiosos. Mi vocación sacerdotal estaba ya marcada. Fueron muchos los miembros de mi familia paterna que convertidos en sacerdotes o monjas llegaron a destacar en sus respectivas congregaciones por su talento, o entrega al servicio divino. Varios años pasé en el seminario. Nos levantábamos a las 5 de la mañana, después de asearnos, ingresábamos a la capilla para los oficios religiosos, regresando al dormitorio comunitario para la limpieza respectiva después desayunábamos e ingresábamos a las aulas para hacer estudios secundarios, a la par que los propios de la carrera: latín, griego, inglés, quechua, castellano, y las asignaturas propias del grado correspondiente. Se mantenía silencio las 24 horas del día, hasta que la autoridad nos indicaba mediante sonido de campanilla que podíamos “romper el silencio”. Toda actividad se hacía de manera comunitaria y cantando gregoriano en latín. Encargado de mis asuntos familiares era Fray Francisco de Guadalupe Mojica OFM, otrora célebre cantante de ópera mexicano, (de quien aprendí mi interés por el teatro, la música, el canto, la pintura y otras artes); y mi apoderado Fray Federico Richter Prada OFM, posteriormente electo obispo de Ayacucho (quien me trasmitió al igual que mi padre, esa rectitud que muchas veces me hace ganar críticos momentáneos). El rector o máxima autoridad del seminario fue Fray Leonardo de Jesús Rodó OFM, un simpático y culto religioso iqueño formado en Chile, de quien aprendí a aprovechar el tiempo con buenas lecturas, continuando así lo que mi padre había ya sembrado.

Arequipa es una ciudad encantadora, llena de familias que como en Trujillo y Cusco, mantienen vínculos a la manera del virreinato. Su campiña era maravillosa, y fue en ella donde alguna vez jugué el primer partido de fútbol con mis compañeros seminaristas. La nostalgia, el recuerdo de mis padres y problemas de salud, me obligaron venir a Lima para continuar mis estudios con el fin de reingresar a la Orden, pero el arte me ganó y ha pasado mucho tiempo de ello….cuando hoy miro lo recorrido, distingo un mundo entero que comienzo a admirar por su enorme atractivo, la variedad de disciplinas que nos formaron, y la pasión con que he vivido todos estos años no maravillosos, pero sí muy valorado en mi formación como me conocen ustedes….y me siento yo ahora….Amén.

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