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sábado, 19 de diciembre de 2009

RECUERDOS DE NAVIDAD


RECUERDOS DE NAVIDAD

(EB-diciembre 2009)



Diciembre siempre ha sido para mí un mes muy complicado junto a mayo, julio y septiembre. Será porque es la fecha del todo: exámenes de fin de curso, graduaciones, fiestas de promoción, matrimonios, primera comunión, llegadas, idas, despedidas, almuerzos, cenas, navidad, año nuevo, visitas, todo el mundo vende algo, pide algo, dona algo etc. Pero también los que somos católicos: armar el nacimiento, el árbol navideño, decorar nuestro rincón, comprar regalos, entregar o llevarlos, sonreír todo el tiempo, recordar a los que ya no están, etc.….entonces llega enero y el cansancio me dura un par de semanas por lo menos…y una buena dosis de estrés se ha germinado para volver a los chequeos médicos, las pastillas, los mates, las gripes, etc.……Pero con todo esto, diciembre tiene el encanto de la Navidad y la llegada de un Nuevo Año, y eso lo convierte en el mes más delicioso de todo lo vivido.

Recuerdo las navidades cuando era niño. Mi padre trabajaba para una compañía norteamericana de prestigio mundial…lo menos que podían hacer estos gringos era enviar los regalos directamente de su país al Perú. Tuvimos la suerte de siempre contar con lo último de lo último en juguetes de allá. Recuerdo algunos como aquel trompo que cuando giraba emitía música encantadora y mágica, o el trencito con rieles, estación, que ocupaba toda la pieza donde se instalaba para jugar. Una navidad de aquellas en una gigante caja vino un juego de soldaditos de plomo. Recuerdo que tenían uniformes muy coloridos de Francia y posiblemente Inglaterra…jugábamos a la guerra con mis hermanos…pasó el tiempo y no recuerdo en qué lugar de nuestra historia se ocultaron para no guerrear más….y dónde quedaron los juguetes de Aurorita, nuestra única hermana y la última de todo el equipo de 7(Ahora nacionalizada francesa, con dos hijos jóvenes y viviendo en Bordeaux)…sus muñecas eran espectaculares, lloraban, las bañaba, las peinaba…eran casi un hijo adoptado para siempre….y aún guardo en una vitrina de mi taller el juego de té chino bellísimo que le regaló la tía Dora…tan hermoso que era para cuidarlo por siempre y no jugar con él jamás.

Venían los tíos por parte de papá y nos traían regalos. En muchos casos completaban nuestra alegría con la ropa que nos habían comprado en su último viaje al extranjero. Hasta que crecimos y éramos nosotros los que hacíamos la navidad, regalando a nuestros padres, los sobrinos, los hijos, los amigos…..cada navidad era disfrutar de los manjares que preparaba mamá con la ayuda de una empleada o una nuera: pavo al horno relleno bañado con Coca Cola siempre, acompañado en con piña o melocotón en rodaja, puré de papa o manzana, tamalito verde norteño, ensalada rusa o criolla y brindis con vino…..después de la conversación venía el chocolate espeso tipo madrileño, el panetón y alguna otra exquisitez que siempre sorprendía en la mesa.

Como para nuestra familia “No hay Navidad sin Jesús”…empezábamos la reunión al toque de las doce, mientras nos abrazábamos, el brindis de champan circulaba entre los participantes y la imagen de un Niño Jesús pasaba de persona en persona para rendir el respeto que la fecha amerita. Aún guardo esa imagen, como un recuerdo latente de los muchos años que presidió nuestro “nacimiento” y acuñó nuestras más extremas peticiones. Siempre era emocionante abrir los regalos, y encender las luces de bengala en la calle…cuando estuvimos pequeños jugábamos con algunos cuetecillos, y la alegría de tenerlos nos encandilaba cada navidad.


He pasado Nochebuena en el Seráfico de los Padres Franciscanos de Tiabaya (Arequipa), la Parroquia de los PP. Jesuitas en Lima, en casa de mis suegros en Ciudad de Panamá…pero recuerdo la más triste navidad de mi existencia en la ciudad de Quito (Ecuador). Fue la de 1970, llegué a esa ciudad en la mañana, me instalé en el hotel y después de asearme salí al correo. Recibí muchas tarjetas de saludo (como se estilaba antes del internet), todas muy cálidas, llena de besos, abrazos y las maravillosas palabras que se perdieron con la tecnología que deshumaniza a la gente hoy. A medio día visité a la familia del famoso pintor Ramiro Jácome (ya fallecido) y me invitaron para el almuerzo del día 25. Fui a la Casa de la Cultura Ecuatoriana para saludar a Osvaldo Guayasamín, célebre como artista y director entonces de la institución en mención. Me invitó a participar de la reunión social con los empleados de la CCE, pero allí terminó todo. En la noche al promediar las 8, salí a pasear por la hermosa ciudad de Quito, con la esperanza utópica de encontrarme con algún peruano que me invitara a recibir la Nochebuena. Tuve desesperados intentos de ir a un canal de televisión para pedir que alguien celebrara la llegada de la navidad a la manera peruana. Ingresé a un restaurant de españoles a tomar chocolate caliente y un pastelillo por allí, para enseguida regresar muy triste a la habitación del hotel. Pocas veces he llorado tanto como aquella madrugada del 25 de diciembre de ese año. Me sentí el ser más abandonado del mapamundi. Sin duda que el almuerzo del día siguiente en casa de los Jácome, fue más que deleite. Es una familia numerosa, y tenían al Arzobispo de la ciudad como hermano del jefe de familia. Así disfruté de un almuerzo “cardenalicio”, con arzobispo y todo…..Después hice mucha amistad con el clérigo honorable, y gracias a él inauguré mi primera exposición de arte en la galería Siglo XX….pero esa es historia de otra novela.

Siempre me agradó la navidad de nuestros amigos de la Zona del Canal de Panamá, los norteamericanos y también los europeos, pues su regalo generalmente está elaborado por ellos como una prueba de haber pensado mucho en nosotros y la amistad que compartimos. Personalmente suelo regalar lo que compro con mucho esmero a quien va dirigido. No radica el valor de un regalo que hago en el precio, sino en haberme tomado el tiempo para buscarlo y adquirirlo. Igualmente, valoro el presente que me entregan en esta fecha, sin importar su valor pecuniario. Siento lo mismo por cada regalo…me hace feliz que se acuerden de mí todavía, habiendo otras personas que también se han ganado el mismo derecho.

Sin duda que navidad, es la fiesta de familia, para agasajar a los niños. Los niños tienen el encanto de mover nuestro corazón para obsequiarles, cantarles, y expresar al unísono todas las melodías de nuestro mejor momento como humanos….También están los otros que lejos, no queremos conocer, ni acercarnos, pues en mi caso terminaré tan triste y deprimido como ellos, al ver que su navidad es una fiesta diferente a la que tú, yo y otros vivimos.

Cuando llega la navidad, no sé qué sentimiento tan fuerte y maravilloso ingresa en cada cual, que nos volvemos vulnerables ante el amor y dadivosos; expresiones que se acompañan siempre del sabor exquisito de nuestros manjares navideños y la alegría de estar juntos otra vez.


¡FELIZ NAVIDAD 2009!



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