¡CÓMO LLEGAR A SER TÚ SIN IMITAR A NADIE….!

¡CÓMO LLEGAR A SER TÚ SIN IMITAR A NADIE….!
(EB-septiembre 2001)

En Panamá les llaman “rabiblanco”, en Perú los llamaban “niño bien” y ahora les dicen “pituco”. Es el calificativo que dan a quienes intentan escalar a otra clase social cueste lo que cueste, sin respetar amistad, familia, vecindad.

Lo de Panamá viene por el hecho que este país, (que antes formó parte del territorio de Colombia), para la construcción del Canal, contrató mano de obra de Haití y Jamaica. Muchos negros llegaron a vivir a esa entonces pequeñísima Ciudad de Panamá. Tenían sus costumbres, su lengua, sus creencias y poco a poco fueron introduciéndolas en un país cuya población original era blanca y mestiza. Cuando viví en este país caribeño, casado, artista y crítico de arte del diario “La Estrella de Panamá”(el más prestigiado del país), observé que en las esquinas estratégicas de la ciudad se apostaba algún zambo sacalagua o negro, para lucir sus atributos físicos y de esta manera conquistar una “rabiblanca”, y convertida en amante o esposa…singular manera para escalar socialmente en ese país.

Uno no se hace pituco porque escala a ese nivel. Aquí, el pituco nace pituco. El pituco tiene clase, muchas veces aristocracia, cultura, educación, buen vestir, bien hablar. El pituco no desprecia, respeta. Se baña, cuida de su persona. No asiste a lugares concurridos, ni se luce en la esquina de su casa. Tiene un mundo de placer pleno o de la vida cuidada en extremo. Vive en silencio, disfruta de lo que siempre a tenido, lo cuida, se esmera por mantenerlo…no hace alarde de lo que tiene, usa o consume. Todo lo que hace, es natural…lo hicieron sus padres, sus abuelos, sus antepasados. Guarda especial respeto por sus trabajadores domésticos, y los que podría tener en el negocio o empresa familiar o personal. No usa “marca” sino lo que le sienta bien, sin alejarse de lo que siempre consume. Generalmente su “buen gusto” ha sido educado por herencia a través de sus sentidos…es un privilegiado.

Pero hace buen tiempo, en nuestro país ha surgido una nueva clase social los “seudo-pitucos”, o sea los que creen que son, y no lo son…los que en el consumo del camino a escalar, van perdiendo su identidad como ser humano. Porque viven y estudian en lugares donde son ignorados, nadie los saluda, nadie los invita, nadie les dirige la palabra. Como imitan lo que creen deben imitar, usan carros antiguos o viejos, de marcas populares, consumen gasolina barata o gas….o manejan el mismo carro de los suegros, el cuñado,…más grave aún, cuando ese mismo carro los seudo-pitucos lo “taxean” en la noche para seguir viviendo de apariencias. El tener un auto en el Perú, no te hace superior a ningún otro peruano. Concurren cada cierto tiempo a algún distinguido restaurante a tomar lonche o almorzar, pero ni el maître, ni el mozo, ni el administrador, ni los comensales habitúes lo s conocen. Son simple consumidores que entran y no dejan huella, ni hacen la historia.

Buscan departamento en zona residencial, porque casa es imposible pagar y mantener. (Conozco casos de personas que pagan la renta de su alquiler, con el sueldo total de uno de los cónyuges).No han descubierto el hecho de “no importa dónde vives, sino cómo vives”.Vivir en un departamento residencial como un salvaje, con el minimal art del concepto mobiliario, no es vivir. Vivir con carencias de todo tipo, tampoco.

Los hijos acceden a estudiar en colegios, institutos o universidades de nivel. Se atrasan en el pago de pensiones, dejan de estudiar un tiempo (para trabajar), no compran todos los libros y material didáctico que se les pide…(Eso sí, todo tienen celular, BlackBerry, digital y ahora en moda…también tienen laptop)…Sus alimentos son precarios, por lo mismo que no pueden acceder a un “superficial menú”…Para mantenerse como estudiantes pintan ellos o sus padres, las más increíbles historias de pobreza, separación de pareja, divorcio a la puerta, crisis económica familiar, etc. Así escalan en los estudios, que sólo los seudo-pitucos inteligentes, logran culminar. Después llega la etapa del profesional, en la empresa u oficina quieren asumir el papel de todo lo que es imitable. Hablan como tal, visten como cual, actúan como fulano, y enamoran al “partido” que piensan es el mejor vínculo para seguir escalando.(La otra parte, busca lo mismo)…Y cuando se hacen socios de determinado club “para codearse con lo mejor”…descubren tardíamente que quienes están dentro ingresaron con el mismo anhelo. Asisten a la playa de moda, soñando que alguna ex reina de belleza, modelo de pasarela, anfitriona o animadora de televisión será su conquista plena y pasará al estrellato de las portadas de los medios.(No saben que en el Perú, las pitucas nunca concursan, ni se exponen, salvo alguna rarísima excepción), no se sienten halagadas con el regalo de una corona, un carro, un tour a tal lugar o un anillo de brillantes). Ya lo tienen.

Esa inmadurez que asumen los seudo-pitucos en el Perú, es lo que destruye las relaciones de familia, de amigos, pero lo más grave…de pareja. Porque se viene los juicios de alimentos, y cada cónyuge oculta al otro lo que realmente tiene como ingreso, buscando todas las artimañas y leguleyadas para convencer a la otra parte de su “pobreza extrema”. Así continúan su relación con otro, y empiezan a caer moral y económicamente, lo cual a la postre trae la decadencia social tan soñada y esperada como regalo, tal vez del Nuevo Año.

Pero hay otros seudo-pitucos que se disfrazan de demócratas para dar el mejor salto de su vida en la política. De paupérrima situación, pasan a ser potentados económicos en el país. De vivir en un pueblo o barrio popular, dan un brindo tan alto que llegan a ocupar las primeras magistraturas y liderazgos políticos. Cada cargo que aceptan, es una nueva cuenta bancaria que se abre en Gran Caimán, Suiza, Panamá o sabe Dios en qué planeta ajeno al nuestro. Se encuentran las más cantinflescas disculpas para explicar su fortuna cuando se les increpa. Unos recibieron obsequios de amigos muy generosos, otros heredaron fortuna de la abuela, otros de la familia, se sacaron la Tinka o la Lotto, o vendieron las tierras de sus antepasados, de pronto abriendo una ONG, encuentran anónimos donantes que les llena el cofre de sus mentiras…pero la verdad la conocemos todos los que estamos en la vereda del frente.

Para entonces los seudo-pitucos ya frisan los 50 o 60 años, y meditan sobre cómo será su década final, sin ganar lo que ganaban, y sin poder mantener lo que alguna vez pudieron mantener. Allí vienen los seguros de salud en clínicas de “medio pelo”, o aceptar ser tratado por el Sistema Nacional de Pensiones. Allí los hijos se fueron a seguir imitándolos a ellos en sus defectos, pero ahora pretenden escalar una montaña social más alta. Abandonan a los padres ancianos, dejados a la deriva, y su suerte (la que el cielo les tenga como “oferta de la semana”) .Una vida sin sentido, sin cultivar, sin aceptar su realidad, sin reconocer que el ser humano tiene limitaciones de todo tipo…pero el tener limitaciones económicas, no lo hace menos ser humano que otros.

Tardíamente, algunos seudo-pitucos lograrán entender que eso de desdoblarse para ser quien no eres, consumir lo que no puedes, imitar a otros sin ser nunca tú mismo…es más grave que las catástrofes del 2012 anunciadas.