LA BODA DE ASTRID

LA BODA DE ASTRID
(EB-abril 2010)

Hace semanas trato de recapturar el contenido de mis recuerdos, para ser fiel en mi encuentro con Astrid, mi querida sobrina francesa. Hija de José Bozzeta (+) y de mi única hermana, la menor de todos Aurora Bustamante. Su hermano mayor Víctor André se casó en septiembre de 2007 con Audrey Buttet, pelirroja y francesa también como él. Si bien es cierto aún no tienen niños, aprovechan su tiempo libre para viajar y conocer otros lugares, lo que me parece inteligente en una pareja joven, pues la posibilidad cuando la familia crece, es menor.

Volviendo a Astrid, recordándola desde muy pequeña creciendo en un hogar donde el afecto supera los malos ratos. Su historia es la de una niña amada, concebida para ser feliz siempre. Aún cuando su español que estudió en la escuela, guarde ese acento que la hace más femenina y delicada. De piel morena y bronceada, esencialmente es una damita encantadora, fina en su trato pero que guarda en secreto el carácter fuerte de los Bustamante, cuando algo la molesta o interfiere su buen gusto para la decoración, el buen vestir y la buena comida. No la he observado como residente de Bordeaux la zona de los exquisitos vinos franceses, bebiendo sin razón o por instinto. Porque Astrid es delicada las 25 horas del día cuando habla, cuando calla, cuando mira y cuando desata en su joven prometido, los más encantadores halagos para ella. De sus visitas al Perú, ella ha hecho la alegría de la amistad consigo misma, porque conoce estrictamente nuestras raíces, respeta y valora nuestra tradición, y mantiene un equilibrio entre su familia francesa, y la nuestra peruana. Su amor por cada uno de sus primos, tíos y los abuelos que ya no están, fue comprometido con los abrazos y los besos en su accionar.

La soñaba como una exótica y llamativa modelo de pasarela desfilando en el Atelier de algún famoso de la Alta Costura en París, pero estudió otra profesión y hace buen rato el amor llegó a su corazón. Ella recordará cuando me lea, que siempre le pedí como sobrino entre Bratt Pitt y Leonardo di Caprio. (Alguna vez pensé que vendría al Perú para alimentarse esotéricamente antes de encontrar a su príncipe azul.) Pero no ha sido necesario, encontró con ojos azules a su príncipe que se llama Frédéric Trouvillé.

Sin duda que cuando vivimos el amor, nuestra existencia empieza a cambiar, y cuando hablamos de unirnos en una boda formal como Astrid y Frédéric lo han elegido, hay un aparato protocolar que empieza a moverse entre los invitados. Naturalmente soy uno de los invitados…y me apena enormemente no poder acompañarlos por mis ocupaciones múltiples en Lima, que me hacen difícil abandonarlas. Tengo obligación de ir porque el tiempo me ha convertido en el tío mayor de la familia, el que se supone tiene la facultad de optimizar cualquier evento…pero hay veces el tiempo nos juega mala pasada y no podré estar este 22 de mayo, para darles mi gratificante bendición en nombre de la familia del Perú. Confío que otras personas de la familia estarán viajando para liberarme entonces del pecado de la ausencia ante mis queridos Astrid y Frédéric. Sé que ellos como adultos, al igual que mi amada hermana Aurora, me perdonarán esta ausencia. Asumo que más adelante viajaré para darles ese afectuoso abrazo y revelarles mi conflicto con el tiempo, las obligaciones, los vuelos aéreos, y la lucha por contentar a todos.

En mis conceptos psicoanalíticos a la distancia, sé que Astrid continuará siendo feliz con Frédéric, porque tiene él la seriedad ligada a la educación, y el porte que lo convierte en diferente frente a otros jóvenes. Y Astrid mi amada sobrina, sabrá ser esposa, compañera, y amiga, hasta que la situación la convierta tal vez en madre…y sean por siempre felices….hasta que la muerte los separe.

¡Dios los bendiga!