LOS JEFES

LOS JEFES

(EB-12 junio 2010)

No me estoy refiriendo a “Los Jefes” la célebre obra de Mario Vargas Llosa, primero de un grupo de cuentos, donde relata que un grupo de estudiantes se enfrentan al director de su escuela….No, no..me estoy refiriendo a mi amiga Malena a quien encontré estremecida, estreñida y al borde del suicidio, queriendo pasar desapercibida en la plaza aquella donde trataba en vano de que los demás no se dieran cuenta que ella estaba allí. Una fuerte depresión la obligó a salir de su trabajo, y para su buena o mala suerte se encontró conmigo. La interrogué sobre su actuación negativa y empezó a contarme que cuando su actual jefe era un empleado recientemente ingresado al igual que ella en la empresa, era sumamente amable, le cedía el asiento, le servía café, se incorporaba para alcanzarle algo facilitándole el movimiento, y mantenían una cordial relación compartiendo con amigos de ambos, de la mejor manera. Su desilusión llegó el día que a su leal y educado amigo lo nombraron jefe de le sección, donde ella trabajaba. Aún no puede traducir cómo puede haber cambiado tanto su comportamiento hacia los empleados y particularmente hacia ella. La grita, le pide informes por quítame estas pajas, no perdona un error, la presiona, la culpa, le llama la atención en público, agita a los demás para que vean en Malena errores inexistentes, le recarga el trabajo de ella y de él. Es un jefe insoportable, neurótico, grosero, gritón, que jamás regala una sonrisa, cruel en su actuar, perverso en sus comentarios, decadente en sus conocimientos, que impone miedo en sus subordinados para mantenerse en el cargo.

Naturalmente, fui paciente en escuchar a Malena su relato, mientras se tranquilizaba, y se alejaba del encuentro diario con el jefe, que por cierto era traumático para cualquier ser normal. La invité a tomar un café mientras le acercaba algunos comentarios personales sobre los jefes. Hay los “inseguros”, que saben que alguno de sus subalternos puede ocupar su puesto tranquilamente, por inteligencia, experiencia y mejor formación académica. Están los “buenitos”, que se hacen los tontos, dejan pasar todo, no establecen disciplina, y les gusta que la lisonja funcione para sentirse iluminados. Luego el “hipócrita”, que te sonríe, te tira flores, te besa o abraza, y a espaldas tuyas te destroza con sus comentarios ante los superiores y ante otras personas de la empresa y fuera de ella, sólo con el afán de dar a entender que maneja su personal y está informado de mínimos detalles porque es un psicólogo permanente….Sigue el “corrupto”, el que arregla todo con coimas, regalos, favores sexuales, y se tiene que aceptar sus conversaciones subidas de tono, sus “toqueteos” esporádicos, y hasta propuestas indecentes. Y desde luego no nos olvidemos del “magistrado” que es un paralítico, siempre está sentado, nunca se pone de pie, todo quiere que le alcancen, que todos trabajen lo suyo, habla poco, tiene aires de triunfo, se cree lo máximo, y vive disfrazando su personalidad.

Malena entendió mi explicación, y naturalmente me preguntó acerca del tema, hasta que la vi que permaneciendo sentada, decidió ponerse de pie y caminar bajo la lluvia limeña de estos días. Gesto que me agradó, porque entendí que mucho le había servido mi espumoso discurso. Para no debilitar la solidez que mi amiga estaba aprendiendo a alcanzar con su jefe y el trabajo…evité hacer comentarios más sorprendentes. La verdad que se es jefe con el ejemplo. Soy educado porque quiero se me trate con educación. Soy trabajador porque quiero subalternos que trabajen no cuando los mire o controle, sino en todo momento aún cuando no esté yo presente. Si les hablo en privado o en grupo sobre las bondades de un trabajo puntual, serio, formal, no les quedará otra opción que reflexionar. Entenderán como lo entiende el jefe, que todos necesitamos nuestro puesto de trabajo, y la mejor manera de mantenernos en él, es cumpliendo nuestras obligaciones para lo cual se nos ha llamado, contratado y no forzado. No necesitamos ni el jefe ni nosotros usar un antifaz para tener una personalidad diferente en la empresa, de la que tenemos en nuestra casa y en la ciudad. No hay nada mejor que ser sencillo, actuar de manera correcta, ser amable, y dar lo que queremos recibir. El mundo da muchas vueltas y hoy estamos arriba mandando, y mañana estaremos abajo o sin empleo y lejos de nuestro confortable sillón de jefe.

Manteniendo el respeto y la cordura por nuestros subalternos, recibiremos lo mismo de ellos, sumado a su afecto personal y el buen nombre y prestigio que todos necesitamos para escalar en la vida.