TAL PADRE, TAL HIJO

TAL PADRE, TAL HIJO

(EB-15 febrero 2010)

TAL PADRE, TAL HIJO

(EB-15 febrero 2010)

“Mientras yo viva, ninguno de mis hijos tendrá que trabajar”, decía mi padre con la seguridad que esa regla se cumpliría a rajatabla. Era otra época, su sueldo bastaba para mantener a la familia y pagar algunos gustitos de la tradición: comprarnos ropa para el cumpleaños, fiestas patrias y navidad como algo obligado. Éramos adolescentes y nuestras pretensiones de estudiar alguna profesión, eran todavía un sueño. Aún nos divertíamos con la muchachada del barrio, hombres y mujeres jugando. Obedientes a las reglas de conducta de nuestro hogar, sentíamos orgullo al visitar a nuestros abuelos y tíos. Frecuentarnos con primos era algo aislado, no siempre en grupo.

Y cuando llegó el momento, empecé como secretario de un despacho parroquial de los PP. Jesuitas que me habían formado. Allí debo haber trabajado un par de años. Luego ingresé al dpto. de cobranzas de una fábrica de maquinaria, de donde me ausente a las pocas semanas cuando cometí el error de tipiar un cero más en una factura. No miento cuando el Gerente del dpto.. me buscó dos veces en casa para que regresara, porque parece ser que no habían encontrado alguien más idóneo para esa tarea en mucho tiempo. Allí se dibujo la imagen de mi padre, a quien vi siempre levantarse muy temprano para asistir a su trabajo. Creo que nunca faltó. Jamás recuerdo haberlo visto enfermo. Disfrutaba como ninguno organizando, dirigiendo, lo que lo llevó a crear un sindicato de “trabajadores” que agrupaba a todos: funcionarios, administradores, empleados, obreros, secretarias, etc.

Cuando nuestra hermana (la menor de 7) llegó a señorita, era la menos indicada para trabajar. Jamás se la permitió cocinar, ni hacer tareas domésticas por temor a que le pasara algo, aún sabiendo todo: cocina, repostería, bordado, tejido, etc. Era la verdadera niña de casa, cuidada por los padres, los hermanos y la familia. Hasta que un día junto a una amiga de infancia, ingresó a su primer trabajo en una exclusiva tienda de regalos de Miraflores. Ahora recuerdo su primer regalo a nuestra madre: un juego de cristalería de Casa Ferrand, que he heredado con satisfacción.

El tiempo ha transcurrido. Papá y mamá no están, mi hermana se nacionalizó y vive en Francia, mis hermanos como yo formamos nuestra propia familia, nuestros hijos crecieron y hacen su vida. Los espacios son los mismos, pero el tiempo se nos acaba y no podemos cumplir con todos. Mis hermanos tienen las obligaciones del hogar formado, los sobrinos su mundo de fantasía, sus sentimientos y resentimientos personales, sus inexplicables conductas con los mayores, la pérdida del acercamiento con todos los miembros de esta gran familia…..y la verdad que cuando me falta poco para cumplir 70 años, no me quita el sueño dar ni pedir explicación de mis actos, ni de los del sobrino que tengo al frente. Sólo deseo conservar en mi memoria lo agradable que es trabajar, hacer lo que te gusta, sentirte importante, ser útil a los demás, y entender que la vida es una y debemos vivir la que nos ha tocado. Así trato de imitar lo que vi cuando creciendo, una mañana me di cuenta que vamos perdiendo a las personas que amamos, por las tontas heridas que se abren más que en nuestro corazón, en la mente. Entonces llegamos a viejos en un círculo donde nos soportamos porque estamos cortados con la misma tijera, y pensamos que los demás no tiene derecho a estar cerca, porque nosotros…creemos que somos especiales? Y sólo los imbéciles se creen especiales, cuando lo poco que almacenan en su cerebro se ha ido comiendo poco a poco lo poquito que les quedaba en el espíritu. Así aprenden a dormir como un tigre, tratando de olvidar lo que no aceptan de la realidad de su vida. Se convierten en soberbios y basan su valor en lo material, su piel se vuelve dura como un pellejo y empiezan a caminar flotando sobre el estiércol que de todos modos el olor los alcanza.

A este tiempo, sólo busco la dicha, la tranquila paz que alienta el siguiente cuadro, escrito o poema. Así no soy fugitivo de mis pasiones, ni vivo en medio de nubes que guardan no lluvia sino barro pestilente. Sólo sé que el mal que se hace se paga, y no esperemos que ese cobro se haga en otra vida. Aquí está el infierno y el cielo…sucede que muchos disfrutan siempre el estar en su propio infierno…y aunque me produce pena……cierro mis ojos para verme por dentro.

¡Viva el trabajo!...indestructible razón para sentirse sano. Vibrante cercanía a la formalidad bíblica, canto gregoriano de armonía plena…..